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Eternidad y tiempo en San Agustín

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 En el Libro 11 de las Confesiones, San Agustín se enfrenta al problema de la naturaleza del tiempo, pero previamente trata de responder a dos preguntas: ¿Cómo hizo Dios el mundo?, ¿Qué hacia Dios antes de crear el cielo y la tierra? ¿Cómo hizo Dios el mundo? San Agustín realiza una exegesis de las primeras palabras del Génesis: “En el principio creo Dios el cielo y la tierra” . Existen el cielo y la tierra. Fueron hechos y no existían antes. Prueba de ello es que “ se mudan y cambian ”, por lo que no son eternos. El cielo y la tierra no se han hecho a sí mismos, ya que para hacerse a sí mismos “ deberían haber existido antes de existir ”. Fue el Señor, el Creador quien los hizo. Pero ¿ cómo los hizo , ¿ qué maquina usó ? Dios no actuó como un artesano que da forma a una materia preexistente, que impone una forma presente en su mente. Dios creo al mundo de la nada, creo la materia, el cielo y la tierra. San Agustín, el cristianismo, se aparta de la concepción griega en la...

EL BANQUETE (II). El discurso de Sócrates

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  El discurso del poeta Agatón es recibido con un estruendoso aplauso. Con él finalizan las alocuciones de los asistentes al Banquete (Fedro, Pausanias, Erixímaco y Aristófanes) que preceden al discurso de Sócrates. Su discurso ha sido muy lustroso, brillante en la forma, como corresponde a un poeta, pero con poco contenido. Sin embargo, ha resaltado dos aspectos que luego retomará Sócrates: Eros está siempre ocupado con la belleza y reside en las almas de los hombres. Sócrates elogia la belleza del discurso de Agatón, “ espléndido y variado ”, aunque “ los otros aspectos no han sido igualmente admirables ”.   Señala que, aunque lo prometió, él no hará     un encomio a Eros como los realizados hasta ahora (“ lo prometió su lengua, pero no su corazón” ), centrados en atribuir todo tipo de cualidades y bellas palabras a Eros, aunque no sean reales. Él dirá la verdad. Previo a su discurso, Sócrates, a través de un breve diálogo, conduce  dialécticamente a Agató...

EL BANQUETE (I)

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Durante la celebración de una cena en honor de Agatón, un poeta que acaba de ganar su primer premio en el concurso de tragedias celebrado en Atenas, los asistentes, entre los que se encuentra Sócrates, deciden no seguir el habitual desarrollo del Simposio, que básicamente consistía en emborracharse y mantener relaciones sexuales, sino que acuerdan que cada invitado realizará un discurso en honor a Eros. Aunque el interés filosófico del diálogo deriva de los cinco discursos pronunciados por los amigos de Agatón, y sobre todo de la intervención de Sócrates, el Banquete contiene una parte introductoria muy cautivadora y que permite una reflexión sobre distintos elementos.      1.  La estructura temporal del diálogo El Banquete presente una estructura temporal innovadora y un tanto compleja. El Simposio sucede en 416 a.C. Unos años más tarde (400 a.C.), unos anónimos amigos de Apolodoro, un joven discípulo de Sócrates, muestran interés por conocer qué ocurrió en es...

La muerte, según Epicuro

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  “No te preocupes por la muerte”: éste es uno de los remedios epicúreas para lograr la felicidad  Alcanzada cierta edad, la muerte puede resultar un motivo de inquietud y zozobra que turbe el espíritu y nos aleje de la serenidad. El placer epicúreo se sostiene en la serenidad, en la ataraxia , por lo que la ansiedad que puede provocar el temor a la muerte nos aleja de la felicidad. No podemos rehuir a la muerte, “ frente a la muerte todos los humanos habitamos una ciudad sin murallas ”, pero como médico del espíritu, Epicuro nos proporciona distintos argumentos y razones terapéuticas para alejar este inquietante temor. Ese miedo puede asaltarnos por distintos motivos: asociar la muerte con un momento de sufrimiento máximo; la incertidumbre sobre lo que nos espera una vez cruzada la frontera; la angustia asociada a la aniquilación del yo, que comporta la ansiedad de vivir porque todavía creemos tener proyectos no realizados. Todas esas causas de temor encuentran una respu...

El átomo de Epicuro

  La materia está compuesta por átomos de elementos tales como el carbono, el oxígeno o el hidrogeno. La actual teoría atómica tiene sus inicios científicos con Dalton (1766-1844), quién marcó el principio de la ciencia química. Pero el atomismo tiene sus antecedentes filosóficos en la Grecia del siglo V a.C., en la que Leucipo y Demócrito crean el concepto de átomo (“no divisible”), principio de toda realidad. El átomo no puede percibirse con los sentidos, sino sólo por el entendimiento.   Las ideas atomistas fueron rechazadas por Aristóteles , y solo con posterioridad, en la época helenística, Epicuro (341-270 a.C.) la tomó como fundamento de su “física”. El atomismo está en la base de la filosofía de Epicuro y de los epicúreos romanos como Lucrecio (siglo I a.C.) y Filodomeno (siglo I a.C..).   Lucrecio, en su extenso poema “científico” Sobre la Naturaleza de las cosas, ofrece una exhaustiva y penetrante exposición del atomismo epicúreo. Explica como a través d...

La naturaleza del Tiempo

  ¿Qué es el tiempo? “Si no me lo pregunta nadie, lo sé; pero si se lo quiero explicar al que me lo pregunta, no lo sé” . Con esta aparente perplejidad respondía Agustín de Hipona a esta escueta pregunta. Dieciséis siglos después, los filósofos y los físicos siguen tratando de descifrar la verdadera naturaleza de este escurridizo ente. Los filósofos viene ocupándose de desvelar qué es el tiempo desde la Grecia antigua.  Para algunos, principalmente Aristóteles, el tiempo es simplemente una medida del cambio . Otros, como los eleatas (Parmenides, Zenon), negaron la realidad del cambio y por lo tanto negaron la realidad del tiempo.  Para estos filósofos idealistas , el tiempo es una ilusión, una mera idea de la mente que no puede atribuirse a lo que realmente ocurre en la naturaleza. Para apoyar sus tesis, Zenon formuló ingeniosas paradojas como la de “Aquiles y la tortuga”. Para Aristóteles el cambio es real : los objetos se mueven de un lugar a otro, las plantas crecen,...

Dios ha muerto

  En el Aforismo 108 con el que se inicia el Libro tercero de La Gaya Ciencia, Nietzsche nos anuncia un acontecimiento trascendental:   Dios ha muerto. La “muerte de Dios” es una de las ideas centrales de su filosofía, que aparece por primera vez en este aforismo, y que recorre gran parte de su obra. ¿Quién ha matado a Dios?  Nietzsche nos narra en el aforismo 125 el episodio del “ hombre frenético ” que, cual Diógenes, irrumpe en el mercado, en la claridad del mediodía, provisto de una lámpara, y gritando como poseído “¡Busco a Dios, busco a Dios!”. La plaza está repleta de ateos que se ríen y le increpan con sorna: “¿ Se ha extraviado como un niño?” ¿Se ha embarcado en un navío? ¿Tiene miedo de nosotros? El hombre frenético les responde: ¡ Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo!   Sin duda sus asesinos son los ilustrados, Descartes y su razón, la ciencia con su arrogante empirismo y positivismo. Ha sido la propia tradición occidental la que ha matado a Dios,...