Dios ha muerto
En el Aforismo 108 con el que se inicia el Libro tercero de
La Gaya Ciencia, Nietzsche nos anuncia un acontecimiento trascendental: Dios ha muerto.
La “muerte de Dios” es una de las ideas centrales de su filosofía, que aparece por primera vez en este aforismo, y que recorre gran parte de su obra.
¿Quién ha matado a Dios? Nietzsche nos narra en el aforismo 125 el episodio del “hombre frenético” que, cual Diógenes, irrumpe en el mercado, en la claridad del mediodía, provisto de una lámpara, y gritando como poseído “¡Busco a Dios, busco a Dios!”. La plaza está repleta de ateos que se ríen y le increpan con sorna: “¿Se ha extraviado como un niño?” ¿Se ha embarcado en un navío? ¿Tiene miedo de nosotros? El hombre frenético les responde: ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo!
¿Por qué su sombra se mantendrá todavía
durante milenios? Nietzsche apunta a la ignorancia:
<<El propio Dios no puede existir sin hombres sabios>>,
dijo Lutero, y con razón. <<Menos
aún puede existir Dios sin hombres ignorantes>>, ¡esto no lo dijo el buen
Lutero!
En el campo de la religión Nietzsche es para unos un ateo
radical. Sin embargo, como señala Copleston, otros han visto “tras su vehemente
ataque al cristianismo la evidencia de una preocupación fundamental por el
problema de Dios”.
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