Dios ha muerto

 

En el Aforismo 108 con el que se inicia el Libro tercero de La Gaya Ciencia, Nietzsche nos anuncia un acontecimiento trascendental:  Dios ha muerto.

La “muerte de Dios” es una de las ideas centrales de su filosofía, que aparece por primera vez en este aforismo, y que recorre gran parte de su obra.

¿Quién ha matado a Dios?  Nietzsche nos narra en el aforismo 125 el episodio del “hombre frenético” que, cual Diógenes, irrumpe en el mercado, en la claridad del mediodía, provisto de una lámpara, y gritando como poseído “¡Busco a Dios, busco a Dios!”. La plaza está repleta de ateos que se ríen y le increpan con sorna: “¿Se ha extraviado como un niño?” ¿Se ha embarcado en un navío? ¿Tiene miedo de nosotros? El hombre frenético les responde: ¡Nosotros lo hemos matado, vosotros y yo!  

Sin duda sus asesinos son los ilustrados, Descartes y su razón, la ciencia con su arrogante empirismo y positivismo. Ha sido la propia tradición occidental la que ha matado a Dios, la que lo ha sustituido por otros dioses como el progreso, la ciencia o el estado.

Se ha derrumbado uno de los pilares que ha conformado la cultura europea, el cristianismo. Así que todo lo construido sobre esa base ha colapsado, y por lo tanto es necesario una reformulación de los valores.

El cristianismo, señala Nietzsche, sostiene que sin Dios la vida carece de sentido, por lo tanto, su muerte, que es también la muerte de la metafísica, de un mundo trascendente, de un más allá, conduce a la decepción, a la desesperanza, al nihilismo.

El antídoto de Nietzsche contra el nihilismo es la afirmación ilimitada de la vida, una vida creada por los propios seres humanos. El hombre no debe ocuparse más de un mundo ficticio, fantasmagórico, sobrenatural; éste es su único mundo. 

Pero avisa, aunque Dios ha muerto, “sin embargo, tal como es la especie humana, durante milenios habrá cavernas en las que tal vez se mostrará su sombra. Y nosotros… ¡También nosotros tenemos que vencer todavía su sombra!”

¿Por qué su sombra se mantendrá todavía durante milenios? Nietzsche apunta a la ignorancia:

<<El propio Dios no puede existir sin hombres sabios>>, dijo Lutero, y con razón.  <<Menos aún puede existir Dios sin hombres ignorantes>>, ¡esto no lo dijo el buen Lutero!

En el campo de la religión Nietzsche es para unos un ateo radical. Sin embargo, como señala Copleston, otros han visto “tras su vehemente ataque al cristianismo la evidencia de una preocupación fundamental por el problema de Dios”.

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