EL BANQUETE (I)

Durante la celebración de una cena en honor de Agatón, un poeta que acaba de ganar su primer premio en el concurso de tragedias celebrado en Atenas, los asistentes, entre los que se encuentra Sócrates, deciden no seguir el habitual desarrollo del Simposio, que básicamente consistía en emborracharse y mantener relaciones sexuales, sino que acuerdan que cada invitado realizará un discurso en honor a Eros.

Aunque el interés filosófico del diálogo deriva de los cinco discursos pronunciados por los amigos de Agatón, y sobre todo de la intervención de Sócrates, el Banquete contiene una parte introductoria muy cautivadora y que permite una reflexión sobre distintos elementos.

     1. La estructura temporal del diálogo

El Banquete presente una estructura temporal innovadora y un tanto compleja. El Simposio sucede en 416 a.C. Unos años más tarde (400 a.C.), unos anónimos amigos de Apolodoro, un joven discípulo de Sócrates, muestran interés por conocer qué ocurrió en esa cena, cómo se desarrolló, qué temas se trataron. Platón escribe más tarde ese diálogo, entre 384-379 a.C.

Apolodoro, que no estuvo presente en la cena, conoce lo sucedido indirectamente a través de uno de los asistentes (Aristodemo), y transmite ese conocimiento varios años después de los hechos a Glaucón y a unos amigos. Esta peculiar estructura se ha interpretado de distintos modos: como distanciamiento estético o como mito por la lejanía mítica de los hechos reales que van circulando de boca en boca y que fueron contados repetidas veces después. Se ha señalado que es un meditación sobre la transmisión de la sabiduría, de la filosofía, que comporta siempre una transmutación, un cambio, una necesidad de interpretación y reinterpretación continua. En esa transmisión indirecta y oral de la sabiduría entran en juego el recuerdo y la fidelidad de lo ocurrido.

 

2.      La filosofía se entrelaza con la vida

En las escenas iniciales notamos el “fluir de la vida”. Encuentros fortuitos entre los personajes y escenas cotidianas: Glaucón encuentra a Apolodoro cuando éste subía a la ciudad desde su casa y se interesa por lo acontecido en el ágape; Aristodemo se tropieza con Sócrates que va de camino a la comida en casa de Agatón; unos amigos se reúnen en un banquete para celebrar la victoria del poeta.

La filosofía se entrelaza con la vida, se desarrolla en la ciudad en encuentros fortuitos o en actos cotidianos.  La vida diaria de Atenas vibra en el Banquete.

 

3.      El papel de la filosofía como herramienta para una vida más feliz.

Apolodoro le señala a Glaucón que lleva 3 años junto a Sócrates y que cada día se propone saber lo que dice o hace. Esto ha cambiado su vida. Antes daba tumbos de un sitio a otro al azar pensando que hacía algo importante, pero en realidad era más desgraciado, como lo es Glaucón, qué cree que es necesario hacer toda menos filosofía.

También Apolodoro les indica a sus amigos que se encuentra preparado para contarles lo que sucedió en él ágape, y que cuando hace él mismo discursos filosóficos o cuando se los oye a otros, aparte de creer que saca provecho, también disfruta enormemente, y que, sin embargo, compadece a los ricos y hombres de negocio, como ellos, porque creen hacer algo importante pero realmente no están haciendo nada, y siente compasión por ellos porque no atienden a la filosofía.

 

4.      Rasgos extravagantes de la personalidad de Sócrates

Para asistir al banquete, Sócrates se ha lavado y se ha calzado las sandalias, “lo cual éste hace pocas veces”. Al parecer, según Platón, Sócrates no cuidaba demasiado su aspecto.

La tendencia al ensimismamiento de Sócrates se resalta en algunas escenas. Sócrates anima a Aristodemo a asistir a la cena, a la que éste no ha sido invitado, y le asegura que durante el trayecto buscarán argumentos para justificar su presencia. Pero enseguida le pide a Aristodemo que se adelante, él queda retrasado concentrado en sí mismo, sin propiciar el dialogo prometido.  Además, cuando llega, no entra directamente en la casa de Agatón, sino que se queda plantado en el portal de los vecinos, absorto.

Sócrates es lisonjero y aparenta modestia. Alaba a Agatón cuando éste le invita a sentarse junto a él indicando que, si la sabiduría se transmitiese por contacto físico, él se llenaría de mucha y hermosa sabiduría; resalta su brillantez y señala que ha resplandecido desde su juventud. Al aceptar la propuesta del médico Erixímaco sobre la realización de discursos sobre el amor, Sócrates afirma ufano que conoce bien el tema y que por lo tanto "no sabría negarse".


Acomodados ya para el Simposio, y recordando que la mayoría ya bebieron sin tegua el día anterior durante la celebración multitudinaria del triunfo, acuerdan ahora no beber en exceso, dejan marchar a la flautista, y se dedican a la filosofía transportados por los diferentes discursos.

 

 

 

 

 

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