TIEMPOS DE POLARIZACIÓN
(PUBLICADO EN LEVANTE-EMV 15 Diciembre 2023)
Algunas de las huellas que es posible
detectar en la actualidad son las del nihilismo. Se manifiestan
preferentemente en el ámbito político: la extrema derecha gana en Países Bajos
por el odio al extranjero, Putin continua su agresión criminal contra Ucrania,
un fanático atrabiliario gobernará Argentina sobre la desesperación y
desesperanza social, el mundo contempla impávido la matanza de palestinos, la
degradación del planeta sigue imparable ante la indiferencia de la mayoría de
los gobiernos. Hoy el nihilismo es una cosmovisión sustentada en el
desprecio por la verdad, la justicia y los ideales
democráticos. Pero no se trata de un fenómeno meteorológico, de un
inevitable proceso de la naturaleza. Está impulsado por corrientes políticas
con base en el populismo dispuestas a inocular el deletéreo virus de la polarización,
que tiene como primer órgano diana la democracia.
La polarización es un ingrediente
que genera una división extrema de las sociedades. Naturalmente la democracia
implica pluralidad ideológica y ésta comporta debate, lucha política,
confrontación de ideas y modelos. No hay democracia sin divergencia. Sin
embargo, la polarización es una hipertrofia de la divergencia que en muchas
ocasiones no deriva de una división ideológica, sino de las estrategias
políticas para alcanzar el poder. Lo que ocasiona la polarización no es
tanto la confrontación ideológica entre un modelo socialdemócrata y otro
conservador, sino que se buscan elementos sentimentales, afectivos, para
potenciar la división extrema, la desconfianza frente al adversario (ahora
enemigo) y la cohesión de los propios.
Lógicamente la polarización no parte de la sociedad, es un proceso que
se genera en las élites y que va penetrando capilarmente en todo el tejido social.
Naturalmente la
polarización requiere del concurso de los medios de comunicación. Como
señala el profesor Enrique Herreras en su reciente libro Lo que la
posverdad esconde, “los medios se han embarcado en una polarización no ya solo
haciendo hincapié en aspectos ideológicos, sino desde su perspectiva mercantil…
Los medios son responsables, en parte, por su papel de reforzar los
estereotipos negativos del adversario, e impulsar sentimientos negativos hacia
el oponente”.
Uno de los pilares de los sistemas
democráticos es la tolerancia entre los partidos rivales. Éstos deben
aceptarse como adversarios legítimos y en ningún caso como enemigos. Negar la
legitimidad de los oponentes es una forma de degradación de la democracia, es
el camino para su destrucción. Tachar a los rivales de antipatriotas, de
traidores, excede la legítima lucha ideológica y política. La victoria
electoral de los rivales políticos no puede cuestionarse y considerarse espuria.
En democracia los infortunios electorales son ineludibles y los triunfos no son
permanentes. Una victoria electoral de los rivales políticos nunca puede
considerarse un acontecimiento apocalíptico, no es un riesgo existencial. La
polarización política extrema, que comporta una división social, es una de las amenazas
a las que se enfrentan las democracias. La tolerancia es el antídoto de la
polarización. La democracia exige negociación, acuerdos y concesiones. Los
dirigentes políticos tienen la obligación moral de evitar la polarización
extrema, de intentar contrarrestarla mediante la colaboración y el pacto.
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