VULNERABILIDAD Y ÉTICA DEL CUIDADO
(PUBLICADO EN EL CUADERNO EN SEPTIEMBRE 2023) Intuyo que los transhumanistas más radicales odian lo humano, sobre todo por su vulnerabilidad. De ahí que nos anuncien con gran estruendo “la inminente la muerte de la muerte”, el fin de nuestra vulnerabilidad más sobresaliente. Y no es que sea rechazable pretender la mejora de nuestras capacidades humanas, paliar las enfermedades o incrementar la calidad de vida en la vejez, pero es evidente que no parece un proyecto apto para humanos tratar de eliminar una de una de las dimensiones que nos caracterizan, la finitud, la contingencia, la limitación. Mientras seamos humanos, no seremos invulnerables. La vulnerabilidad natural, biológica, durante nuestra etapa infantil y en la vejez, la vinculada a las enfermedades, a las incapacidades, a las aflicciones diversas que nos sobrevienen, no cierra el círculo de nuestra fragilidad. A ésta hay que añadir la vulnerabilidad social, aquella que generan las injusticias, la pobreza, la falta de medios