DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE FELICIDAD
(PUBLICADO EN EL CUADERNO -elcuadernodigital.com- en Enero 2023)
En abril 2022 se publicó el informe anual de IPSOS sobre la Felicidad Global. A través de la pregunta: “Tomando todas las cosas conjuntamente, ¿diría Vd que es muy feliz, bastante feliz, no muy feliz, en ningún modo feliz?” pretenden atrapar el estado de felicidad de la población de los 30 países más relevantes. A parecer la humanidad es feliz. Un 67% de los adultos se considere muy feliz o bastante feliz. En España este porcentaje baja al 55%.
Pero ¿qué significa muy o
bastante feliz? ¿En qué punto se pasa de considerarse no feliz a
pasar a ser bastante feliz? ¿Podemos realmente medir algo tan complejo y
elusivo como la felicidad? Al tratarse de una pregunta tan genérica, es muy
probable que cada entrevistado entienda cosas diferente por la palabra “felicidad”,
y si es así, en realidad cada entrevistado esta respondiendo a una pregunta
diferente. Muchos creerán que el entrevistador se interesa por su satisfacción
con la vida que lleva, así que unos pondrán énfasis en su situación económica,
otros en su estado sentimental o emocional, y seguro que bastantes piensan en
su salud.
Pero ¿qué es la felicidad?
Desde Aristóteles (384-323 a.C.) son muchos los filósofos que se han
interesado por contestar a esta pregunta y proponeros opciones para vivir una vida
buena, para ser felices. Pero también desde la psicología se ha
tratado de abordar este sentimiento, saber cuáles son las cosas que nos
importan, aquellas que acaban por proporcionarnos un estado mental al
que denominamos felicidad.
Estas dos vías de acceso al
conocimiento de la felicidad, la filosófica y la psicológica, proporcionan
en la actualidad diversos grupos de teorías, en ocasiones con fronteras poco
nítidas, para descifrar qué esconde esa palabra casi mágica. Para la
psicología, la felicidad es un estado mental, como los son, por ejemplo,
la ansiedad o la depresión. En la literatura anglosajona se emplea el término “happiness”
cuando se aborda la felicidad desde la vertiente psicológica.
Para la filosofía la palabra felicidad
remite a un valor, a aquella clase de vida que en su totalidad
beneficia a una persona, sirve a sus intereses y la hace mejor. Aristóteles
la denominaba Eudaimonia, que identificaba con una vida plena de
actividad virtuosa, de excelencia humana. No hablaba de un estado psicológico.
En la literatura anglosajona se utiliza el término “well-being”
(bienestar) cuando se estudia la felicidad desde la filosofía, desde la ética.
De las diversas teorías
psicológicas de la felicidad, la denominada Teoría del estado emocional (TEE)
es quizás la más relevante. Otras, como la que asocia felicidad con el placer
(Hedonismo), o la que identifica la felicidad con una vida
satisfactoria tienen también sus defensores.
En la TEE se considera que ese estado
emocional positivo que es la felicidad tiene distintas dimensiones,
fundamentalmente tres: sintonía, compromiso y aprobación. La sintonía se identifica con la
tranquilidad, la paz mental, como ausencia de “discordia interna”. Los griegos
antiguos denominaban a este estado ataraxia, imperturbabilidad. Un
aspecto relevante de la sintonía es la confianza (como estado
psicológico), en el sentido de sentirse seguro, protegido, como en casa.
La segunda dimensión sería el compromiso
con tu situación. Cuando mantienes un interés, una vitalidad y un esfuerzo en
tus actividades, ya que consideras que merecen la pena. Tu vida no es aburrida
ni apática.
Por último, la dimensión de aprobación
estaría vinculada con los sentimientos que respaldan que tu vida es buena, como
la alegría. Pero no se trata de sobreestimar los momentos breves,
puntuales y fugaces de alegre satisfacción y condicionar la felicidad a los
mismos. Por supuesto debe tolerarse la tristeza, pero sin duda, un nivel base
de aprobación es relevante para la alegría.
Al igual que existen distintas
teorías psicológicas de la felicidad, desde la filosofía la felicidad (el bienestar)
se analiza desde diferentes perspectivas. Además de la teoría eudaimonista,
que tiene su base en la concepción aristotélica de la felicidad como vida
virtuosa que desarrolla con excelencia las capacidades humanas naturales, las
tres teorías del bienestar más aceptadas serian: i) El hedonismo; ii) La teoría
de los deseos y iii) La teoría de la lista de objetivos.
El hedonismo focaliza la felicidad en el placer. Solo el
placer es lo realmente bueno para nosotros. El hedonismo se ha visto
habitualmente como un punto de vista plausible. La felicidad está naturalmente vinculada
a lo que parece bueno para mí, y el placer lo cumple. El placer
es lo bueno. Jeremy Bentham (1748-1832) asegura que “La naturaleza ha
colocado a la humanidad bajo el Gobierno de dos amos soberanos: el dolor y el
placer. Solo ellos nos señalan lo que debemos hacer y determinan lo que haremos”.
Para los defensores de la teoría de los deseos lo que
es bueno es obtener lo que deseas. El principal argumento en favor de esta
teoría sobre el hedonismo estriba en que el autointerés de las personas puede
extenderse más allá de su propio placer o del disfrute. Por ejemplo, muchas
personas tienen un interés verdadero por el conocimiento. El principal
argumento frente a ella es que algunos deseos son tan absurdos que su
cumplimiento no supone ningún beneficio para la persona que los tiene. Y además
están los errores: a veces las personas tienen deseos que resultan poco
beneficiosos, como querer tener una cita con alguien que al final resulta
bastante idiota.
La teoría de la lista de objetivos identifica el bienestar
con una lista subjetiva de bienes. Puedes poner en la lista lo que consideras
relevante, como placer, conocimientos de materias relevantes, amistad, logros
significativos, autonomía. Una vida llena de placer y cumplimiento de deseos
sobre cosas diferentes de las mencionadas en la lista puede aún ser de baja
calidad por carecer de los bienes que acabamos de enumerar. Tiene el
inconveniente de que puede ser bastante arbitraria, y en ocasiones no muy
clarificadora sobre la naturaleza del bienestar.
No parece que la pregunta formulada en el estudio sobre La
Felicidad Global pueda atrapar los distintos elementos que formarían parte
de la felicidad. Seguramente medir la felicidad no es imposible, como no lo es
evaluar el grado de depresión o ansiedad de una persona. Pero se requieren
cuestionarios más complejos que, al menos en su formulación como bienestar
emocional, requieren que nos informen sobre las distintas dimensiones de éste.
Medir con exactitud, asignar un número a la felicidad de una persona
probablemente resulte, hoy por hoy, quimérico. Posiblemente la pregunta del
estudio nos esté informando de la satisfacción por la vida de las
personas de los distintos países. En ese sentido es interesante a efectos
comparativos entre países, o para ver la evolución dentro de un mismo país.
Pero seguramente no nos informa sobre la felicidad tal como se ha venido
definiendo.
Puede que en el futuro podamos medir la felicidad, asignar
un perfil de bienestar emocional objetivo, mediante los niveles de determinadas
hormonas en sangre (dopamina, oxitocina, serotonina, endorfina) o con imágenes
cerebrales. Veremos. Aunque quizás no deberíamos descartar
completamente el consejo del sabio ateniense Solón: ”No llames a
nadie feliz hasta después de su muerte”.
Comentarios
Publicar un comentario