HOBBES, EL MIEDO COMO FUNDAMENTO DEL ESTADO

 

El filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) es uno de los fundadores de la Ciencia Política. Comparte con Maquiavelo (1469-1527) ese protagonismo, pero se ha destacado que Hobbes es el primer autor verdaderamente moderno sobre teoría política; sus ideas son más innovadoras y sus bases conceptuales más sólidas, frente a la orientación historicista, poco sistemática y fundamentalmente práctica del florentino.

Es autor de famosas y reiteradas sentencias:  el hombre es un lobo para el hombre”, “la guerra de todos contra todos”, y sobre todo “la vida es solitaria, desagradable, brutal y corta”, que al citarse aisladas de su contexto le han dado una inmerecida fama de pesimista. En realidad, Hobbes atribuye estas desagradables características a un teórico y mítico estado de naturaleza, un estado de guerra previo a la conformación de un orden político. Es en ese estado natural donde el hombre se rige por instintos naturales como el miedo a la muerte, la necesidad de seguridad y el ansia de poder sobre los demás y sobre el entorno. Aquí la vida se tiñe de un carácter lóbrego y peligroso.  Para Hobbes, a diferencia de Rousseau (1712-1778), el hombre no es bueno por naturaleza.

Esa visión antropológica le aleja de Aristóteles, para el que el hombre es una animal social y político, que se asocia de modo natural. Hobbes sostiene que esto es falso, que el hombre se asocia por necesidad y no por naturaleza, por miedo y por anhelo de paz para sobrevivir. Su principal objetivo es perseverar en su ser, evitar la muerte. Este es el fundamento del contrato social que posibilita salir del estado natural y conformar la comunidad política. Si la sociedad desea lograr la paz y la prosperidad debe recurrir a un poder soberano superior a cualquier individuo o grupo.

Su filosofía política la desarrolla fundamentalmente en su obra Leviatán, publicada en 1651, que escribió durante su residencia en Francia, donde permaneció 11 años con los exiliados al servicio del rey Carlos II. Hobbes tenía una sólida formación clásica. Había estudiado en Oxford y tenía un profundo conocimiento de Homero, Sófocles, Eurípides, Aristófanes, Plauto, Horacio. Tradujo La guerra del Peloponeso, de Tucídides, con el propósito de advertir a sus contemporáneos sobre los peligros de la democracia. Había estudiado en profundidad los Elementos de Euclides, se relacionó con Descartes (1596-1650) y conocía la obra de Galileo Galilei (1564-1642), a quien visitó en Florencia. Quedó fascinado por los métodos lógicos, geométricos y matemáticos de estos gigantes de la ciencia y la filosofía, así que consideró que la filosofía debía orientarse, sobre todo, a las Ciencias Naturales y a la Geometría, de modo que aplicó esta visión a su teoría moral y política.

Hobbes es un filósofo empirista, pero a diferencia de Francis Bacon (1561-1626), con quien mantuvo contacto, rechaza el empirismo meramente inductivo. También sostiene diferencias con la perspectiva dualista del hombre (cuerpo y alma) de Descartes.  Se declara materialista: todas las sustancias son materiales, cuerpos, incluido Dios. Los hombres son como átomos sometidos a las leyes del movimiento. Los individuos harán lo posible por evitar el estado de reposo, que Hobbes asimila a la muerte. El poder hace posible el movimiento, permite la autopreservación, que es la principal inclinación natural del hombre.  El ser humano está sometido, como el resto de los cuerpos, a las leyes físicas y, por lo tanto, no poseen libre albedrío o libertad de la voluntad. En cambio, tiene libertad, que Hobbes define como la ausencia de obstáculos para el movimiento. Los seres humanos son libres, aunque no haya libre albedrio: la libertad y la necesidad son compatibles.

El estado de naturaleza pregonado por Hobbes es, básicamente, una construcción racional, no un acontecimiento histórico concreto. En ese estado los hombres son libres e iguales, y el único criterio que orienta sus actuaciones es la propia conciencia, la propia opinión. Esto necesariamente conduce al desorden y a la guerra. Así que el hombre, impulsado por el miedo y el deseo de autopreservación, busca salir del estado de naturaleza a través de un contrato de dominio por el que transfieren sus derechos a un soberano. El soberano absoluto representa un refugio, una protección al estado de guerra de todos contra todos.

La idea de contrato como paso necesario del estado de naturaleza a la sociedad civil tiene sus antecedentes en la filosofía de Epicuro, quien señalaba que la sociedad no existe de modo natural, sino que se forma mediante la unión voluntaria, a través de un pacto para la defensa reciproca y la garantía de los intereses propios. En Hobbes, el contrato solo vincula a los súbditos, ya que el soberano no es parte del contrato. Éste mantiene intactos sus derechos naturales, es decir el derecho a todo. Las personas ceden completamente sus derechos naturales al soberano empujados por el miedo. Y los ceden a cambio de protección, de seguridad. Para que el soberano pueda garantizar la paz de sus súbditos y darles protección debe asumir todo el poder, tiene que convertirse en un dictador absoluto, libre de obstáculos.

El soberano puede ser una persona (la monarquía es el soberano preferido por Hobbes) pero también un grupo de personas o incluso un Parlamento. Lo relevante es que el poder no esté dividido, y que sea absoluto. Los ciudadanos deben temer a la autoridad y cumplir sus mandatos. Por definición, el gobernante no puede ser injusto, ya que él dicta las leyes del Estado y la justica consiste en obedecer las leyes. Los poderes del soberano son absolutos, es despótico ya que solo así garantiza su función de protección de los súbditos y se evita la anarquía.  Sin embargo, Hobbes admite una limitación a la sumisión al soberano: cuando el soberano no puede garantizar la defensa de los súbditos, cuando no tiene fuerza para protegerlos, cesan las obligaciones contractuales. También, y en la medida que el derecho de autoconservación es absoluto, los súbditos tienen el derecho a la propia defensa.

La filosofía política de Hobbes esta influenciada por los acontecimientos de su época, por la guerra civil y el caos de la Inglaterra de su época. El mismo señala en sus notas autobiográficas que ya nació con miedo. Que su madre, aterrada por la inminente llegada de la armada española a las costas inglesas dio a luz, prematuramente, a “gemelos”: a él y al miedo. A partir de ahí buscó curarse del espanto.

Bertrand Russell señala Hobbes mantuvo hasta el final la esperanza de que algún soberano leyese su libro y se hiciese absoluto. Tras su muerte, la universidad de Oxford, su alma mater, decretó la condena expresa de sus libros De Cive y Leviatan, que fueron arrojados a la hoguera. En su época, ser hobbesiano era sinónimo de ateo y materialista.


Bibliografía 

José Rafael Hernández Arias. Thomas Hobbes. Ed. ARPA, Barcelona, 2022

Bertrand Russell. Historia de la Filosofía Occidental. Austral. Barcelona, 2017.

Aubrey's Brief Lives. Thomas Hobbes. Ed. Simon Webb. 2014


 

 


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