El problema de los universales en la filosofía medieval

El problema de los universales tiene sus orígenes en las dificultades planteadas por la teoría platónica de las Ideas o Formas, y en las críticas a la misma formuladas por Aristóteles. 

En el contexto de la filosofía escolástica se discutió ampliamente este problema, dando lugar a distintas posiciones de los autores durante los siglos XI y XII, que de un modo general se clasificaron como realistas, nominalistas y conceptualistas, si bien gran parte de los filósofos adoptaron posiciones intermedias o moderadas.

Se trataba de una reflexión sobre el valor y el fundamento del uso de expresiones lingüísticas que son aplicables a una pluralidad de individuos, como “animal”, “hombre”, “caballo” o “cantor”. ¿Cuál es la relación que existe entre estas expresiones, estos conceptos y la realidad; entre las palabras y las cosas? ¿Existe el universal? ¿ Existe el concepto “hombre” o “caballo” fuera de los hombres o los caballos individuales? La solucione planteadas al problema de los universales tenía amplias repercusiones metafísica, teológicas y epistemológicas.

El realismo radical plantea que los universales son entes metafísicos realmente existentes, existen en sí. Esta posición de que lo universal existe no solo en el pensamiento sino que tiene una realidad, supone retomar la filosofía platónica sobre la existencia de la esfera de las ideas necesarias, eternas e incorpóreas. Las cosas sensibles participan de ellas y en cierto modo las representan. Un caballo sería una representación del universal “caballo”.  En cierto sentido, se plantea una correspondencia entre conceptos universales y la realidad, entre el lenguaje y las cosas, lo que pone en valor el estudio los estudios lingüísticos y lógicos como método de conocimiento. Guillermo de Champeaux  (1070-1121) y en parte Anselmo de Canterbury (1033-1109) representan esta tendencia.

La tesis antagónica al realismo radical es el nominalismo, que tiene en Roscelino (1050-1120) su precursor más relevante. Para éste los universales no son más que “aire emitido al pronunciar las palabras” (flatus vocis). Pero es su discípulo, el teólogo y profesor de lógica Abelardo (1079-1142) el principal defensor del nominalismo, término acuñado para describir su posición y la de sus seguidores.

  Abelardo cuestiona la realidad de los universales, y señala que la los universales no pueden atribuirse a las cosas sino a las palabras. Sin embargo, Abelardo no se limita a volver a la posición de Roscelino. Sostiene que es preciso que las cosas tengan algo que justifique la validez lógica de las predicaciones que a ellas se refieren. A este algo Abelardo le denomina el "status “, o sea la manera de ser propia de cada una de ellas.

Para el nominalismo, a los universales no les corresponde nada de la realidad, son solo conceptos residentes en el pensamiento, meros nombres que indican una pluralidad de individuos, pero que no se refiere a ninguna cosa, ya que las cosas son individuales. No existe nada más allá del individuo. Existen los caballos individuales, pero el concepto “caballo” es solo un nombre sin entidad en la realidad (concepto que no tiene base ontológica). Bien es cierto que Abelardo mantiene una posición menos extrema que admite una cierta relación de los universales con la realidad, ya que a través del pensamiento y la razón somos capaces de elaborar conceptos mentales que agrupan individuos de la misma especie que poseen propiedades comunes. Los universales son similitudes presenten en los individuos captadas por abstracción y que conforman un concepto mental con significado.

 Este conceptualismo no implica una realidad sustancial, una esencia común y real, sino que al captar elementos comunes de los individuos tiene una base objetiva en la realidad. El universal “caballo” recoge, por abstracción, los distintos elementos comunes a todos los caballos individuales realmente existentes de modo que nos permite clasificar a un animal como caballo. Abelardo señala dos modos en que se relaciona el lenguaje con el mundo: Las palabras nombran cosas del mundo, y por otra parte significan cosas, produciendo un concepto en la mente del oyente.

En una posición de realismo moderado Tomas de Aquino (1248-1252) y Duns Escoto (1266-1308) que asumen en cierto modo la posición de Avicena, y consideran que los universales existen como como arquetipos en la mente de Dios (idealismo platónico) (universalia ante rem), al tiempo que están presentes en los individuos conformando su ser (universalia in re), y a su vez constituyen un concepto mental (universalia post rem).

El problema de los universales, aunque con otros enfoques, sigue teniendo la vigencia filosófica en la medida que plantea las relaciones entre la mente, el lenguaje y la realidad.




Bibliografía
 

Giovanni Reale y Darío Antiseri. Historia de la filosofía. I.2.Patristica y Escolástica. Herder, 2010

John Marenbond. Medieval Philosophy. Oxford University Press, 2016

Edward N. Zelta. The Medieval Problem of Universals. Standford Encyclopedia of Philosophy. 2022

Étienne Gilson. La filosofía en la Edad Media. Gredos. 2014


Comentarios

Entradas populares de este blog

TIEMPOS DE POLARIZACIÓN

La “Apología de Ramón Sibiuda”: fe y escepticismo en Montaigne

LA VERDAD