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Mostrando entradas de abril, 2022

Eternidad y tiempo en San Agustín

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 En el Libro 11 de las Confesiones, San Agustín se enfrenta al problema de la naturaleza del tiempo, pero previamente trata de responder a dos preguntas: ¿Cómo hizo Dios el mundo?, ¿Qué hacia Dios antes de crear el cielo y la tierra? ¿Cómo hizo Dios el mundo? San Agustín realiza una exegesis de las primeras palabras del Génesis: “En el principio creo Dios el cielo y la tierra” . Existen el cielo y la tierra. Fueron hechos y no existían antes. Prueba de ello es que “ se mudan y cambian ”, por lo que no son eternos. El cielo y la tierra no se han hecho a sí mismos, ya que para hacerse a sí mismos “ deberían haber existido antes de existir ”. Fue el Señor, el Creador quien los hizo. Pero ¿ cómo los hizo , ¿ qué maquina usó ? Dios no actuó como un artesano que da forma a una materia preexistente, que impone una forma presente en su mente. Dios creo al mundo de la nada, creo la materia, el cielo y la tierra. San Agustín, el cristianismo, se aparta de la concepción griega en la que

EL BANQUETE (II). El discurso de Sócrates

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  El discurso del poeta Agatón es recibido con un estruendoso aplauso. Con él finalizan las alocuciones de los asistentes al Banquete (Fedro, Pausanias, Erixímaco y Aristófanes) que preceden al discurso de Sócrates. Su discurso ha sido muy lustroso, brillante en la forma, como corresponde a un poeta, pero con poco contenido. Sin embargo, ha resaltado dos aspectos que luego retomará Sócrates: Eros está siempre ocupado con la belleza y reside en las almas de los hombres. Sócrates elogia la belleza del discurso de Agatón, “ espléndido y variado ”, aunque “ los otros aspectos no han sido igualmente admirables ”.   Señala que, aunque lo prometió, él no hará     un encomio a Eros como los realizados hasta ahora (“ lo prometió su lengua, pero no su corazón” ), centrados en atribuir todo tipo de cualidades y bellas palabras a Eros, aunque no sean reales. Él dirá la verdad. Previo a su discurso, Sócrates, a través de un breve diálogo, conduce  dialécticamente a Agatón a aceptar que, a pesar